viernes, 24 de diciembre de 2010

SUEÑO TEATRAL

Detrás de bambalinas. El director pasa y nos entrega un manojo de fotocopias para que repasemos el texto antes de salir a escena. Miro alrededor. No reconozco a nadie ni tengo idea acerca de cuál es la obra que está por ser representada. Se escucha el murmullo del público esperando a que se abra el telón. Todos los demás que van a participar en la obra parecen conocerse entre sí. Me tomo dos segundos para pensar; es muy probable que, en el texto que me dieron, mis líneas estén resaltadas con marcador amarillo (siempre las marco así); así, al leer la parte que me corresponde, voy a recordar todo. Empiezo a pasar las hojas una tras otra, apurada; no hay ninguna parte resaltada y el texto no me parece para nada familiar. Podría improvisar siguiendo los diálogos de mis compañeros pero cada personaje tiene parlamentos larguísimos con versos endecasílabos. Cuando escucho que los primeros actores ya están en escena veo una puerta y la abro; está oscuro, hay escobas, trapos de piso y otros productos de limpieza. Entro y cierro la puerta; es un lugar chiquito. Me quedo quieta y callada y pienso en qué es lo que van a hacer los actores que debían interactuar con mi personaje cuando se den cuenta de que yo no estoy en escena.

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