jueves, 21 de octubre de 2010

ENVIDIA

¿ Por qué será que, por regla general, los triunfos de los demás nos remiten siempre a nuestros propios fracasos ?

miércoles, 20 de octubre de 2010

FELIZ DíA, MAMÁ

El domingo pasado llamamos a la madre de Ipuchín para saludarla por el día de las madres. Me contestó: "Gracias, nena. Espero que el año que viene también podamos saludarte a vos". Me sorprendió un poco su frase. Por un lado, me había pasado toda la tarde observando cómo los críos ajenos hacían renegar a sus padres mientras paseábamos por Recoleta y, por el otro, había terminado de releer el último libro que había tomado prestado en casa de Madre: Nos seré feliz pero tengo hijos, una especie de relato cómico en el que una señora desquiciada relata sus desventuras maternales. Como me quedé callada, volvió a insistir;  como seguía sin saber qué contestar, agregó: "a ver si lo ponés en funcionamiento...", a lo que balbuceé un sonido similar al de una risa sofocada, le agradecí (todavía no sé muy bien por qué) y le dije que le pasaba con "su hijo".
No le comenté nada a Ipuchín. Igual, deduzco que si la Mamma se anima a hacerme este tipo de planteos a mí, ya debe habérselos hecho a él, por lo menos, unas cuarenta o cincuenta veces.

martes, 19 de octubre de 2010

CORTEN

Estoy en el living de mi casa con un hombre de alrededor de 50 años. El tipo lleva traje, panza y corbata, y no es para nada atractivo. Hablamos; en un momento dado se me acerca, me murmura algo al oído y trata de besarme. No me sorprende su actitud. Me separo de él, lo miro a los ojos y le recuerdo que estoy en pareja. Me siento orgullosa de poder mostrarme firme, y feliz de haber logrado un estado de armonía con Ipuchín. Inmediatamente, el hombre vuelve a acercarse y a insistir; cuando trato de separarlo de mi cuerpo, una voz masculina grita: "¡Corten!". En ese mismo instante empiezan a aparecer utileros, iluminadores y escenógrafos que caminan alrededor nuestro y desvalijan el set. El living queda casi vacío. En uno de los rincones de la sala, el hombre que hasta hace pocos segundos había estado acosándome, guarda cosas adentro de una mochila y ni siquiera me mira. Camino hacia él, le pongo la mano sobre el hombro y lo hago girar hacia mí, le agarro la cara con las manos y le acerco mis labios a su boca. Antes de poder besarlo, me despierto.

lunes, 18 de octubre de 2010

PAFUNCIA GONZÁLEZ

Digamos que me llamo Pafuncia González, que vivo en algún lugar de esta gloriosa Buenos Aires, y que trabajo en uno de los tantos circos que pueblan la ciudad.
'Concubineo' con alguien a quien conoceremos bajo el nombre de Ipuchín y tengo tres amigos en ejercicio a los que llamaremos Pilfracia Pim, Tim y Tom.
Viví en Francia durante varios años y, como en esa época llevaba un registro electrónico en el que narraba mis aconteceres en París, Pilfracia me recomendó volver al ruedo y transformar mis desahogos verbales en un blog.
En esa época firmaba con nombre y apellido. Cuando volví a la Argentina, dejé de escribir.
Dedico este post, y los que vendrán, a mi querida Pilfracia; en primer término, porque fue quien me incitó a volver a redactar pero, sobre todas las cosas, porque creo que se transformará en la más fervorosa seguidora (sino en la única) de estas breves historias.