Esta mañana
leí un artículo que explicaba por qué, en los envases de papas fritas, algunas
tenían los bordes de color verde.
Al parecer,
son papas en las que había empezado a formarse la clorofila. Ocurre que, si
bien las papas crecen bajo tierra, si al cosecharlas quedan expuestas a la luz
-en el campo, en el depósito en donde se guarden, o en el mismo hogar, la
clorofila empieza a formarse y a darles esa apariencia.
Las papas
verdes, en sí, no son tóxicas ni tienen un gusto en particular. Sin embargo,
durante el proceso en que la papa genera clorofila y cambia de color, también
se produce la solanina, un glucoalcaloide que actúa a modo de defensa contra hongos
e insectos. Un exceso de solanina pude causar dolor de cabeza, nauseas,
diarreas, vómitos, alucinaciones, parálisis e, incluso, llegar a producir la
muerte.
Relax, Max.
Para llegar a casos tan extremos deberíamos ingerir, por lo menos, un kilo de
papas completamente colorizadas.
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No seas papa frita. |
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