jueves, 21 de julio de 2011

LOS OTROS Y NOSOTROS

Hace un par de días fue mi cumpleaños. Uno de mis compañeros de trabajo, al enterarse, me contactó por Messenger y me dijo que prefería saludarme por ese medio, aunque estuviéramos a dos computadoras de distancia, por consideración hacia mí, porque sabía que no me gustaba que me saludaran en público. Cuando le pregunté por qué razón creía eso me contestó que porque yo era rara. Cuando pedí una definición de "rara" explicitó que era rara por varias razones pero que, una muestra muy clara de su opinión, radicaba en el largo de mi pelo. Yo lo tenía corto y eso denotaba una automutilación constante de mi parte femenina. Además, dejó por sentado que las mujeres (¿para ser normales?) debían usar el cabello largo.
Confieso que, en un primer momento, no me gustó mucho su apreciación pero, la verdad es que es cierto, a ver, no, con respecto al cabello no, por dios, qué disparate pero, por otras cosas, sí. No, no me gusta que en el lugar de trabajo me feliciten a los gritos por cumplir años; en ese sentido me pasa casi lo mismo que cuando escucho que felicitan a una mujer por haber quedado embarazada -cómo si la mujer en cuestión hubiera hecho algo meritorio, como si no hubiera estado haciendo lo mismo durante los cinco, diez o veinte años que precedieron a la felicitación. Vamos. Asimismo, por regla general, no me gusta que mis colegas me saluden con un beso. A ver, somos por lo menos treinta en una misma oficina, nos vemos todos los días, llegamos y nos vamos. ¿ No alcanza con un " buen día" y un "hasta mañana ? Pareciera que no. ¿ Hace falta realmente dar y recibir un beso de parte de cada uno de los treinta comensales para oficializar la saludada ? ¿ Es necesario ? Soy bastante cerrada; o sea, en un grupo de treinta personas, me entiendo muy bien con una, aprecio mucho a otras tres o cuatro y, prácticamente, me desconecto del resto; mi trato con el resto se limita a lo mínimo indispensable. Soy excesivamente crítica conmigo misma y con los que me rodean, pero sobre todo conmigo. Sin ahondar demasiado en el tema, soy silenciosa, reflexiva, meditabunda, obsesiva y neurótica... Sí, soy rara, pero, anécdotas aparte, lo gracioso del caso es que todo cambia de acuerdo al puente desde donde uno se pare a mirar el río. Nosotros y los otros. Nosotros y, un poco más allá, los otros; digo, para mí (y casi me animaría a arriesgar que para todos), no hay vuelta que darle: los raros siempre son los demás.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Claro, son los otros.
Como lo decía JPS : "el infierno, son los otros"

un beso (?)
Gaël

Pafuncia González dijo...

Ouais, c'est clair que l'enfer c'est les autres.. Beso visrtual recibido (que conste en actas que mi aclaración hacía únicamente referencia a los ósculos "colegales"; o sea, a aquellos provenientes de mis colegas. Un abrazo para los cuatro !

Anónimo dijo...

vale, entendido. Je suis rassuré...

Pafuncia González dijo...

:)

Veroka dijo...

100 % de identificacion con este post.
Bueno... 98 %...
quien no es raro?
Besos