lunes, 25 de julio de 2011

DE TODO UN POCO

- Hace dos meses nos despertamos en el medio de la noche porque llovía. Llovía adentro del departamento. Nos caía agua del techo. Del techo del placard, del techo del baño y del techo del cuarto. Aparentemente, al vecino de arriba se le había roto algo adentro de un caño y plaf, nos caía el agua a nosotros. Una catarata viviente. A pesar de nuestras súplicas y reclamos, el consorcio tardó una semana en arreglar el problema. Una vez que el agua dejó de caer, pudimos constatar los daños. El placard estaba inutilizable; las paredes y el techo del baño habían quedado  infladas  como una torta frita y, el aire con olor a humedad que había adentro de nuestro mono ambiente era irrespirable. La inmobiliaria que administraba el alquiler nos dijo que, si queríamos, podíamos anular el contrato y abandonar el lugar. Lo hicimos. El problema era que no teníamos otro sitio a donde ir así que, temporalmente, Ipucho se fue la casa del abuelo de un amigo y yo me volví a instalar en lo de mis papás. Durante dos meses pasamos las tardes de cada día de la semana mirando clasificados y haciendo visitas para encontrar un nuevo hogar. Finalmente, lo conseguimos. Desde hace muy poco, estamos instalados en un "PH" del barrio de Paternal. Si bien todavía quedan un par de cajas por vaciar, se podría decir que ya estamos completamente instalados. Cheers.
- Hablando de "instalados", hace unos días, una colega del trabajo me preguntó que desde hacía cuánto tiempo estaba junto a Ipuchín. El "desde hace casi dos años" despertó mi voz  interior: "Dos años ya...Dos años desde que volví de Francia y me crucé con Ipuchín...". En esas divagaciones estaba mi mente cuando mi compañera embistió preguntando si no nos íbamos a casar. Debo reconocer que esta segunda intervención me sorprendió. En fin, la respuesta fue que no. "Y por qué?", insistió. La realidad es que yo no tengo que darle ese tipo de porqués a una colega pero bueno, como me seguía mirando con insistencia, le contesté tímidamente que porque no creíamos en el matrimonio.  Acto seguido replicó preguntando si no teníamos hijos (cosa que, entiendo, ya sabía). Le contesté que no y volvió a insistir con su porqué. Como no sabía qué decir, improvisé un "No  creemos en los hijos tampoco...". Pensé que mi declaración iba a provocar algunas risas pero no, y el silencio que generó mi respuesta dio por finalizada la discusión. "¿Cuántos años tenés? ¿Tenés novio? ¿No se van a casar?¿Para cuándo los hijos? " Y una cosa remite a la otra y todo vuelve a empezar: "¿ No tienen hijos ? ¿Pero cómo" ? ¿Pero cuántos años tenés..?", y así. Y la nave va...
- Fui a ver Midnight in Paris y me volví a enamorar de París. Y de las ideas del Woody. La ficción es ficción; no hay que pedirle licencia a nadie. Anything can happen.
- Estuve leyendo la primera parte de una biografía de Gertrude Stein.
- Cada vez que rompo un huevo para hacer una tortilla, tengo miedo de encontrar un pollito muerto adentro del cascarón.

jueves, 21 de julio de 2011

LOS OTROS Y NOSOTROS

Hace un par de días fue mi cumpleaños. Uno de mis compañeros de trabajo, al enterarse, me contactó por Messenger y me dijo que prefería saludarme por ese medio, aunque estuviéramos a dos computadoras de distancia, por consideración hacia mí, porque sabía que no me gustaba que me saludaran en público. Cuando le pregunté por qué razón creía eso me contestó que porque yo era rara. Cuando pedí una definición de "rara" explicitó que era rara por varias razones pero que, una muestra muy clara de su opinión, radicaba en el largo de mi pelo. Yo lo tenía corto y eso denotaba una automutilación constante de mi parte femenina. Además, dejó por sentado que las mujeres (¿para ser normales?) debían usar el cabello largo.
Confieso que, en un primer momento, no me gustó mucho su apreciación pero, la verdad es que es cierto, a ver, no, con respecto al cabello no, por dios, qué disparate pero, por otras cosas, sí. No, no me gusta que en el lugar de trabajo me feliciten a los gritos por cumplir años; en ese sentido me pasa casi lo mismo que cuando escucho que felicitan a una mujer por haber quedado embarazada -cómo si la mujer en cuestión hubiera hecho algo meritorio, como si no hubiera estado haciendo lo mismo durante los cinco, diez o veinte años que precedieron a la felicitación. Vamos. Asimismo, por regla general, no me gusta que mis colegas me saluden con un beso. A ver, somos por lo menos treinta en una misma oficina, nos vemos todos los días, llegamos y nos vamos. ¿ No alcanza con un " buen día" y un "hasta mañana ? Pareciera que no. ¿ Hace falta realmente dar y recibir un beso de parte de cada uno de los treinta comensales para oficializar la saludada ? ¿ Es necesario ? Soy bastante cerrada; o sea, en un grupo de treinta personas, me entiendo muy bien con una, aprecio mucho a otras tres o cuatro y, prácticamente, me desconecto del resto; mi trato con el resto se limita a lo mínimo indispensable. Soy excesivamente crítica conmigo misma y con los que me rodean, pero sobre todo conmigo. Sin ahondar demasiado en el tema, soy silenciosa, reflexiva, meditabunda, obsesiva y neurótica... Sí, soy rara, pero, anécdotas aparte, lo gracioso del caso es que todo cambia de acuerdo al puente desde donde uno se pare a mirar el río. Nosotros y los otros. Nosotros y, un poco más allá, los otros; digo, para mí (y casi me animaría a arriesgar que para todos), no hay vuelta que darle: los raros siempre son los demás.