miércoles, 30 de marzo de 2011

SUEÑO

Personajes: Pafuncia y un ex.

La escena transcurre en una casa imaginaria, con vista al mar.

Ex (consternado): - Mirá, me parece que, como vas a empezar a dedicarte a la política, deberíamos  dejar de vernos...

Pafuncia (segura de sí misma, y para nada sorprendida del comentario acerca de su eventual incursión en política): - Bueno, pero entonces te vas a tener que llevar a las dos mulas que dejaste en el jardín...

Ex: Sí, no hay problema.

El ex abre la puerta del jardín y agarra a cada una de las mulas de sus respectivas correas. Saluda de lejos, abre la puerta, atraviesa el jardín y se va. Pafuncia se asoma por la ventana de arriba y ve, hacia la izquierda, el mar y, hacia la derecha, al ex en la parada de colectivos de la esquina. Llega el micro esperado; el ex hace señas para detener al ómnibus, empuja a las mulas para ayudarlas a subir, sube él atrás y se va.

Pafuncia piensa: "Igual ya no tenía ganas de verlo...".

Del sueño como obediencia de vida. Punto final.

martes, 8 de marzo de 2011

LEY DE CAUSA Y AFECTO

Pafuncia empieza la jornada matando cucarachas. Dos en la cocina y una en el baño. Luego de pasarlas a mejor vida, las envuelve en un trozo de diario y las tira al incinerador. Pafuncia se imagina un mundo paralelo en el interior de las cañerías y debajo del horno. Los noticieros de los insectos abundan en recuentos de historias dramáticas en donde tal o cual "persona" fue atropellada por un rectángulo irregular de color beige (o, en su defecto, negro) o sorprendida por una nube de veneno tóxico. Niños atropellados en pleno vuelo, padres de familia, ancianos, colonias de vacaciones completas, guarderías y nurseries. Muertes en cadena. Ley de causa y efecto. Reencarnación. Pafuncia reflexiona en silencio y se dice a sí misma, en voz baja, casi murmurando: "Te metés en la boca del lobo vos solita. Después llorás porque te raspan los colmillos...".

martes, 1 de marzo de 2011

CALEIDOSCOPIO MENTAL

En cierta manera, la mente funciona como una especie de caleidoscopio. En lugar de colores y formas, son las ideas las que se van removiendo de un lado a otro del cerebro según la manera en que vayamos apoyando la cabeza sobre la almohada. Y así, vamos de una imagen a otra, saltando de una a otra asociación. Del caballito de mar a la fiesta de quince; del oso polar a la mantita blanca de nuestro hermano Gaspar, de la tormenta tropical a la esquirla de ovejas en la Patagonia...Y así, de estar despiertos nos vamos perdiendo en el estado de vigilia hasta que, por fin, saltamos al sueño y ya no despertamos más. Por lo menos, no hasta que el caballo de mar se nos retobe y nos arroje al medio del océano, o hasta que la manta de Gaspar se nos pegue a la cara y nos impida respirar. En ese caso, abriremos los ojos con la respiración acelerada y la frente repleta de sudor; cambiaremos una y otra vez de posición y trataremos de volver a encontrar un poco de calma. En el camino, los polvos de colores volverán a ponerse en acción. Conjeturas, construcciones y desestructuraciones. Nuevos miedos y nuevas frustraciones. Nuevas historias, nuevos deseos. Buenas noches. Que descansen. Hasta mañana. Good night.